SANTO LUNES

Lunes nuestro que nos clavas al suelo,
maldita sea tu sombra,
lejos de mí tu presencia.
Al final se hará tu santa voluntad
en el sueño como en la guerra.
El pan nuestro de cada semana,
no nos lo subas más,
y no tienes perdón, hijoputa,
ni tú ni las tardes de domingo.
Déjanos dar un par de vueltitas en la cama
y líbranos de tí, anda, guapo.
Amén

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