Aeropuerto de Schoenefeld. 5.20 de la mañana. Delante mío hay gente teñida de color pastel y una niña con su madre. Letreros que anuncian ropa o billetes de avión en un idioma indescifrable para mí. Mi vecino de la izquierda decide abandonar su banco. Se acabó la siesta. Los aviones empiezan a facturar. Comienza la jornada y la mía sin acabar. Cuatro gorros de lana. Dos beiges, dos grises, casi idénticos. La gente teñida de color pastel lleva bolsas de tapizado de sofá y a mi izquierda una mujer oriental le da a esta pequeña terminal la categoría de internacional. Para sentirse una cosmopolita nada como tener un chino al lao. Quiero salir a fumar, pero no quiero quedarme sin banco. Tremenda dicotomía del ser humano: sentarse o ahogarse.
Patillas con abrigo elegante me mira o yo le observo desde el fondo de la terminal.
¿Por qué son tan guapos los niños pequeños? ¿Será porque tengo la regla?
Para los reyes del año que viene me pido un emancipeitor. Necesito dormir. Todo me sigue sonando a polaco, la gente tiene cara de polaca. Mi cabeza ruge en polaco. Patilla tiesa aparta nervioso la mirada.
Tengo una lata de cerveza metida en la bolsa. Desde que la compré me arrepentí. Primero pienso en ella en el bus y se me ocurre que si me la bebo tendré que mear en el puto water para pinypons y luego llegaré borracha a Berlin para ser pasto libre para quinquis y maleantes varios. Una vez en la terminal me da por pensar:
1. que fijo que está prohibido,
2. que si voy a mear me van a quitar el sitio
3. que si me emborracho sola, en una terminal de aeropuerto en Berlín a las 5 de la madrugada sin haber dormido, creo que mi concepto de mí misma acabaría un poco en el fondo del lodo.
Teñidos de color pastel se cuentan cosas a mi izquierda y pareja descalza a mi derecha se calzan y se van. Florecillas tapizadas arrancan la marcha y en un minuto despejan el 80% de mi campo visual.
Las 5.30. Sólo quedan 4.30 horas para facturar. Me duermo toda.
5.35. Nuevos vecinos a mi izquierda. La terminal empieza a petarse y mis ilusiones de echar una cabezadita caen en picado por momentos. 1º megafonía del día. Al lorito con las maletas que te quedas en bragas. Otro nipón. Esto es tope cosmo. 5.37. Se nota que estoy super entretenida. ¿Se podrá beber alcohol en el avión? Y si la abro y la espuma salpica all around?
Patillas se marcha. Adios! El pitido del cacharro que pita me dice adios de tu parte. El botón de tus vaqueros me envía mensajes de amor. 5.40. Me arden los ojos.
6.15. Tan solo quedan 3.45 minutos para embarcar y otras 2 para el despegue. Gente y más gente. Sigo en mis trece de no moverme de mi asiento. En plan abuela/estatua. Me he comido un cacho de pan y he bebido un trago de agua. La cerveza Tyskie sigue cerrada. En este momento me han dado dos hipos seguidos. Fin del informe.
6.20. Fucsia con ocre combinan bien, aunque no se si el beige le iría mejor. Hace un rato una pareja se ha sentado a mi derecha. Me ha costado como 10 minutos darme cuenta que hablaban mi idioma. ¿Será la razón de estar en el guiri que me pase el día en la parra? Mi vuelo no aparece ni en la pantalla gorda. Me han clavado 30€ para traerme al flughafen de los huevos. Mohset, el taxista, me ha dado palique y su número de teléfono para ficharme como clienta. Me ha preguntado ¿que opinas del MOMA? Me he quedado de piedra, buscando el sentido de la pregunta. Que qué me parece qué? el edificio, las expos, los comisarios, el arte? Creo que la pregunta era demasiado abstracta para no saber ni una palabra de aleman (bueno, una sí se: flughafen, aeropuerto) Cabe la posibilidad que estuviera pensando en el guggenheim y le saliera moma, o también que no estuviera hablando ni de moma ni de su puta madre y todo sea producto de mi mente espesa y somnolienta.
Otro con cara de polaco. Habla aleman. Un gran oso polar en la puerta de embarque. Yo lo llevaría lleno de chorretones pegados en los pelos del cuello. Chorretones de cola cao, pasta de dientes, chorretones de sopa, restos de estornudo... por eso no me gustan los osos polares, porque no puedo ponérmelos.
6.30. NO PUEDO MÁS. Me voy a fumar.
9.20. Un desmayo. Un vuelo perdido. Más gente friki y más gente preciosa. 5 negros, 2 koreanos y unos cuantos mixes. Dos cuadrillas de polacos con las maletas llenas de tabaco y vodka. Una francesa preciosa leyendo Le MOnde a mi izquierda, pendiente de sus cosas todo el rato. Crowded, abarrotao. Colas interminables. Barullo. Mi vuelo ya sale en la pantalla grande, hora y media y chekin in. Un zumo, agua mineral, un cafe = 8€.
Ahora son 6 negros, 3 cigarros, 2 cambios de asiento, 1 cambio de compresa. La cerveza la guardo para cuando llegue a Bilbo y la tomo en compañía. No quiero desmayarme en este pedazo de cola. No he dormido, me ha despertado el sablazo de la cafetería. Quiero ser una treintañera interesante. Hay gente preciosa en esta terminal naranja. La camarera habla a gritos. En 20 mts. a la redonda resuena el eco de una rubia con permanente y línea azul en el párpado inferior
- STRAWBERRY, APPLE OR PEACH?
Una manada de niños abandona la cafe. Cortázar es un peñazo. Quiero enamorarme, pero un poco sólo.
JOder, ahora me tengo que ir a mear. A mi izquierda he oído una frase "Me he enamorado" La falta de sueño hace traducción libre a su bola. Hormigueo en las piernas. Delante mío hablan castellano y esta vez de verdad. No se enamoran. "No se" es lo que acaban de decir. Desperdicio sólido aprieta el intestino.
11.45. Chekin. ESpañolitos. Una familia digna de retrato. Creo que son polacos. Van a Madrid. Mujer madura con aspecto frágil de jipi de los 70. Sonríe como una niña. El que parece su pareja lleva coleta larga y canosa y mira cada rincón del techo como si fuera un prado florido de amapolas en verano. Unos jóvenes que pueden ser sus hijos con varios amigos. Uno de ellos es lo más gay que he visto en meses. Melena rizada esponjosa. Se atusa los cabellos que le dan en la cara con la yema de los dedos, como para que no apelmacen, para mantener el esponjosismo. Otro de ellos parece haberse hecho él mismo una cresta fashion sin demasiado éxito. Tiene una mirada interesante. Me he comido tortilla y media en un cuarto de hora. A mi derecha había un señor que me recuerda a Antonio Gala. Lo miraba por el rabillo del ojo y luego se me ocurre pensar qué coño hace Antonio pillando un vuelo con Easyjet. Ja ja! pienso, no puede ser él, le falta el bastón. A los 5 minutos le veo apoyando la barbilla en un flamante bastón de manilla plateada. Muy fuerte.
Antonio bis está embarcando. ¿Me harán abrir todas las bolsas? Van a flipar con las compresas hipoalergénicas.
Madrid. 17.00. Autobus a casa. En la terminal, dos españolitos me reventaron los tímpanos en plena madrugada. Los mismos dos que me los han seguido reventando en el avión. Él hablaba. Ella ausente. Él, padre y profesor. Ella asiente, le da la razón como a los tontos. Madrid huele a humo y a anarquía intercultural. Madrid cercano, agresivo, desconfiado, abierto, borde, ruidoso, feo, bullicioso. Calor humano, lo quieras o no. Paso tranquilo y miradas emocionantes. De todos los colores.
Parada en Burgos. Trajeado con cresta de gomina se fuma un porro con mujer muy peinada. EStoy cansada, muero por hablar con alguien.
Oscura la noche oscura. Niebla detrás. Cipreses helados y una escena de muerte en la tele del bus. Mensaje congelado en el móvil. Una voz que reconozco rebuzna a mi espalda. Leer el juego de la seducción como observadora puede llegar a ser un espectáculo bochornoso. Voces impostadas, gestos mudos. Asertivos, afirmativos, conjunciones copulativas.
21.27. Autobus. Cerca ya de mi casa. EScribo sin luz para no existir. Los móviles atruenan y detrás me empapo de historias ajenas. Ojalá un carromato viniera a buscarme.
Delirio, resplandor. Se cae la risa. Se cae...
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